El rey Juan Carlos I tiene una prima hermana monja que se crió en un arrabal agrícola de Sevilla donde hasta 2009 no se llevó el agua corriente y el alcantarillado a todas las casas. La condesa Teresa Zamoyska y Borbón (Bratislava, Eslovaquia, 1938), creció en Aeropuerto Viejo, una barriada llena de historia:se construyó en la antigua finca del torero Ignacio Sánchez Mejías junto a la pista y el hangar donde en 1930 hacía escala el mítico dirigible alemán Zeppelin en ruta hacia América. La condesa se marchó veinteañera al convento de La Aldehuela, en Getafe, y se convertió en monja de clausura de las carmelitas descalzas con el nuevo nombre de sor Rocío de Jesús.
Si volviera, medio siglo después, se encontraría con que el arrabal ya tiene autobuses de línea, que sus calles son desde 1992 de asfalto y no de barro y que hay 150 niños (entre sus 2.000 habitantes) que en vez de tener como aula una casa-choza, como los chiquillos a los que ella daba aquí catequesis en los años 50, acuden ahora al colegio público de la vecina barriada de Valdezorras. Si saliera de la clausura para volver adonde vivió su infancia y su juventud en el chalé de la Huerta de Santa Elisa, se asombraría quizás al ver que junto a tantos avances materiales y la libertad que entonces no existía, muchos de sus antiguos vecinos y sus hijos y sus nietos sufren hoy de lleno la crisis económica.
Huyendo de los nazis y de los soviéticos, María Teresa y sus tres hermanos mayores (Carlos Alfonso, María Cristina y José Miguel) llegaron el 18 de abril de 1945 a Sevilla desde Centroeuropa de la mano de sus padres, el conde polaco Jan Kanty Zamoyski y la infanta Isabel Alfonsa de Borbón y Borbón, hermana (por parte de padre) de María de las Mercedes, madre del actual rey de España.
Ya no existe el hambre y la pobreza atroz de esos días. Pero han vuelto formas de miseria que recuerdan a cuando ella y su madre regalaban leche de su vaquería y verduras de su huerta (la infanta Isabel Alfonsa, separada y a cargo de los hijos, llevaba a vender sus productos en todoterreno al mercado de la Encarnación de Sevilla) a los que no tenían qué comer, según destacan aquí. Ahora, explica el presidente de la Asociación de Vecinos Zeppelin, Críspulo Alonso, han aumentado los robos en las huertas (el último anoche, de cebollas) y las casas de muchos abuelos-nodrizas se han vuelto a llenar con los hijos en paro que se quedaron sin vivienda.
La expresión más lamentable del nuevo abandono de Aeropuerto Viejo tras la mejoría de lustros anteriores golpea a la vista en el campo de fútbol municipal construido en los tiempos de la Expo 92. Hace un año, enseña Alonso, arrasaron los vestuarios, los focos, el vallado, el motor de la bomba de riego, para vender hasta el último remache como chatarra. El Ayuntamiento de Sevilla aún no lo ha arreglado. «El delegado del Distrito Norte y el responsable del Instituto Municipal de Deportes tardaron cuatro meses en venir desde que lo denuncié en noviembre de 2012. Sabemos quiénes son, gente de aquí, pero cuando los cogió la Policía metiendo cosas en una furgoneta dijeron que es que tienen que dar de comer a sus hijos», cuenta Críspulo Alonso junto el dantesco paisaje de los vestuarios, destruidos como al paso de una guerra.
El dirigente vecinal Se queja de que el alcalde, Juan Ignacio Zoido (PP), «no ha estado nunca aquí» y recuerda que el primer regidor que pisó Aeropuerto Viejo fue Fernando Parias, en 1974, más de una década después de que se fuera la prima del futuro rey. Para terminar de salir de su aislamiento, Zeppelin pide al Ayuntamiento que construya un paseo peatonal que permita ir a pie al barrio del Parque Alcosa, al otro lado de la autovía.
De sinsabores como éstos se cura Críspulo Alonso con las actividades culturales que organizan en la asociación Zeppelin, como la colección de fotos que mujeres asistentes a su taller de la memoria han reunido de su amiga Teresa Zamyoska para confeccionar un cartel de «recuerdo y homenaje» a su «gran benefactora» al cumplirse el medio siglo de su ordenación como sor Rocío de Jesús. No la han olvidado. Una vecina planea llevárselo este puente a su convento de La Aldehuela. Una de las raras veces que salió, dice el presidente, fue para asistir al entierro de su hermano José Miguel, muerto en el pueblo sevillano de Villamanrique de la Condesa en 2010. De los cuatro hermanos, sólo vive ella.
A su ordenación como monja y retirada del mundanal ruido en noviembre de 1963 asistieron los entonces príncipes Juan Carlos y Sofía. Hay quien cree en su antiguo arrabal que aquella rubia alta, guapa y generosa que antes de ponerse la toca iba con ellos al parque de María Luisa o a la Feria de Abril pudo haber sido una buena pareja para su primo.